Calle Cuba 460, monumento de la ciencia cubana
RESUMEN
Introducción:

La Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, fue fundada en 1861 y ocupó desde 1868 la primera crujía del convento de San Agustín. Con la llegada de la República, la Academia dejó de ser llamada real, pero conservó el inmueble que configuró según sus necesidades. En 1962, extinguida la academia habanera se funda en el mismo edificio el Museo de Historia de la Ciencia que será extinguido en 2011. La Academia de Ciencias de Cuba, cuyo proceso formativo comienza en 1961, radica en el edificio desde 2012 por lo que tiene la responsabilidad de manejar el patrimonio científico que heredó de aquellas instituciones. Objetivos: Describir los diferentes usos que caracterizaron al edificio desde su construcción hasta la actualidad, caracterizar la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, reseñar la naturaleza e importancia de las colecciones y fondos que se encuentran en la institución.

Métodos:

Revisión bibliográfica y documental. La observación y la fotografía.

Resultados:

De su edificio original poco o nada llegó a nuestros días, sin embargo, se conserva numeroso patrimonio que nos permite conocer su historia y aquilatar la importancia de esta institución. La Academia habanera como heredera de la primera, configuró el edificio según sus necesidades en el espacio donde estuvo el convento agustino. El Museo de Historia de la Ciencia Carlos J. Finlay terminó de configurar el edificio que conocemos en la actualidad. Conclusiones: Se debe establecer en el edificio un museo que conserve y socialice la historia de las instituciones que lo utilizaron y crearon, fundamentalmente la Real Academia.

ABSTRACT
Introduction:

The Royal Academy of Medical, Physical and Natural Sciences of Havana was founded in 1861. It occupied the convent of Saint Augustine from 1868 to 1898. With the arrival of the Republic, the academy lost the denomination of royal but it kept the old building that was rebuilt from the ground. In 1962, the institution disappeared and the Museum of History of Sciences Carlos J. Finlay was founded and occupied the building, adapting it to the new function. In 2011, the Museum was closed down. The Cuban Academy of Sciences whose formation process started in 1961 moved into the building in 2012. Objectives: To describe the uses of the building from the beginning to the present day; to characterize the Royal Academy of Sciences, to review the nature and importance of the heritage that the institution harbors.

Methods:

Bibliographical and documental review. Observation and photography.

Results:

The Royal Academy of Sciences was the result of the development of science in Cuba and the expression of the Cuban nationality. There is practically nothing kept from the original building, but there is much scientific heritage related to the Royal Academy. The academy of Sciences of Havana constructed practically a new building according to its needs. The Museum of History of Sciences Carlos J. Finlay was the creator of the present-day features of the building. Conclusions: The heritage of the first academies of sciences, particularly the Royal one, is supposed to be conserved and socialized in a museum to be founded.

Palabras clave:
    • Academia de Ciencias;
    • patrimonio científico;
    • museo.
Keywords:
    • Science Academy;
    • scientific heritage;
    • museum.

Introducción

El convento de San Agustín habanero albergó a partir de 1868 a la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana (en lo adelante RACMFNLH) fundada en 1861. Al concluir el régimen colonial la institución pierde el apelativo de real y mantiene su ocupación del edificio conventual transformándolo profundamente.

Después del triunfo de la Revolución, la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana fue extinguida el 13 de junio del año 1962 por la resolución número 8 de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias, creada en febrero. El inmueble de la Academia se convirtió entonces en sede del Museo de Historia de la Ciencias Carlos J. Finlay. En 1977 se añadió al museo el Centro de Estudios de Historia y Organización de las Ciencias.1) La Academia de Ciencias de Cuba actual fue institucionalizada el 3 de abril de 1996.

Luego de profundas transformaciones en el ámbito nacional, la Academia de Ciencias de Cuba regresa en el 2012 a la sede de la RACMFNLH, y desde entonces se ha debatido entre el uso del edificio para cumplir todas sus funciones institucionales, como antes ocurrió con la Academia habanera y de otra parte mantener su carácter de sede administrativa de la presidencia y del Secretariado Ejecutivo de la academia y darle un uso adecuado al resto de las instalaciones.

El tema del presente trabajo es relevante en las actuales circunstancias para comprender, desde el punto de vista patrimonial, la significación del edificio tal como ha transitado a lo largo de la historia y la especial relación que ha existido entre el mismo y la ciencia cubana desde la fundación de la RACMFNH, como consecuencia de lo cual se generó y se atesora una importante cantidad de fondos documentales y bibliográficos, así como colecciones de piezas que en su conjunto, no deben perder la relación contextual con el inmueble y la institución que lo ocupa. Por la comprensión de la significación patrimonial del edificio, las academias, los fondos y colecciones, pasa la toma de decisiones adecuadas para conservar este, como un hito en la historia de la ciencia cubana cuya importancia no puede exagerarse.

Los objetivos del presente artículo son: Describir los diferentes usos que caracterizaron al edificio desde su construcción hasta la actualidad, caracterizar la RACMFNH, reseñar la naturaleza e importancia de las colecciones y fondos que se encuentran en la institución.

Es tesis fundamental de este trabajo que la sede actual de la Academia de Ciencias de Cuba, así como sus fondos y colecciones, constituyen por derecho inalienable un monumento a la ciencia cubana.

Métodos

El presente trabajo parte de una revisión bibliográfica en la cual se consultaron y analizaron varios textos, relacionados con la historia del edificio del convento de San Agustín, la RACMFNH, la Academia de Ciencias de Cuba y el Museo de Historia de la Ciencia. Los autores de estos trabajos son Ovidio Ortega Pereyra, Pedro M. Pruna Goodgall, María Mercedes García Santana, Mercedes Valero, Bárbara Jiménez, y el Centro de Estudios de Historia y Organización de la Ciencia. Se han revisado además los ejemplares conservados en el centro de la revista Anales.

De otra parte, se han revisado fuentes documentales, fundamentalmente las actas de las sesiones de la RACMFNH conservadas en los archivos de la Academia de Ciencias, así como numerosas actas del Cabildo Habanero.

Por último, uno de los autores ha realizado una prospección sistemática del edificio, sus dependencias y los bienes que atesora, como parte de su responsabilidad desde el punto de vista patrimonial, lo que implicó el uso de la observación como método y de la fotografía como técnica.

Resultados

El edificio conventual

El edificio de la calle Cuba 460, que habita en la actualidad la Academia de Ciencias de Cuba ocupa el espacio donde fue construido el convento habanero de la Orden de Ermitaños de San Agustín.

Desde el año 1533 los agustinos habían arribado al Virreinato de Nueva España donde fundaron una provincia que nombraron Santísimo Nombre de Jesús.2 Aunque la orden tenía presencia en La Habana desde 1588 fue solo en 1607 que arribó a ella, procedente de la ciudad de México, fray Agustín de Chávez, destinado a ser prior del convento por fundar. Entonces se comenzó a gestionar la forma de constituir un convento o casa de novicios. La casa u hospedería inicialmente establecida en La Habana tenía la función de servir de hospedaje a los agustinos que hacían la travesía del océano Atlántico en ambos sentidos.3 Los frailes necesitaban un lugar donde alojarse recogidos de acuerdo con su vocación.

Los agustinos compraron un terreno alejado del centro de la ciudad, ubicado en la intersección de las actuales calles Amargura y Aguiar resultó que contaba con espacio para que se pudiera construir y donde existía una capilla llamada de la Santa Veracruz, engrandeciendo la cual, se construiría la iglesia conventual.4

El Convento de San Agustín, con la denominación de Nuestra Señora de la Candelaria, tendría dos momentos fundacionales: una primera autorización concedida en 1608 por el obispo de Cuba el fraile dominico Juan de las Cabezas Altamirano, que no esperó por la aprobación del Real Patronato y enfrentó la oposición del gobernador Gaspar Ruiz de Pereda. Sin esta aprobación el convento no contaba con los censos y capellanías que le proveerían de los recursos necesarios para su construcción. La llegada de un nuevo obispo en 1612, el fraile mercedario Alonso Enríquez de Armendáriz, significó un aumento de la oposición a la construcción del convento agustino, a pesar de lo cual, el proceso no se detuvo gracias a los dineros enviados desde Nueva España por la orden. En el año de 1633, el Rey concedió oficialmente el permiso para la fundación del convento, toda vez que las obras estaban tan adelantadas que resultaba imposible no conservarlo.5

La iglesia del convento de San Agustín se abre al culto en 1678.6 En la Academia de Ciencias se conserva la copia de una tabla de la solera del techo de la iglesia original que dice que este fue terminado en 1627. Una piedra en la fachada de la iglesia original rezaba que esta había sido concluida en 1659.7

El edificio del convento se encontraba anexo al sur de la iglesia y constaba de un solo claustro6 con crujías en tres de sus lados (sur, este y oeste) y galerías altas y bajas. que lo rodeaban, tal como se aprecia en plano del año 1843.8 En estas galerías fueron sustituidos los pies derechos de madera iniciales por arcadas de piedra en el siglo xviii, con excepción de la galería sur.9 El convento tenía una huerta, encerrada por tapias, por medio de la cual pasaba la Zanja Real.10) Se trataba, en general, de una construcción humilde que llegó a albergar un número de 30 frailes11 y donde se enseñaba “gramática latina, filosofía peripatética, teología escolástica y moral”.12

El estado de completamiento del complejo edilicio agustino se alcanzó al concluirse la capilla de la Orden tercera en la huerta. Si en 1755, durante la visita episcopal de Pedro Morell de Santa Cruz, este dice que la capilla se está labrando,13 en 1761 el historiador Arrate dice que: “En el propio terreno… y a espalda de su iglesia se ha labrado otra mediana, dedicado por los de su tercera orden al tránsito de Nuestra Señora…”14

Durante el sitio de la ciudad por los ingleses, comenzado el día 6 de junio de 1762, se tomaron varias medidas para su defensa, entre las cuales se encontraba la de habilitar un lugar donde suministrar alimentos y curar a los heridos. En consecuencia:

"…fue señalado el convento para Hospital de las Tropas, vecinos, heridos y enfermos (...) se establecieron enfermerías en los claustros bajos y altos, refectorios y demás habitaciones de los religiosos (...) se exercitaron con amor y caridad el oficio de Hospitalarios(...)” (sic).15

Mientras funcionó el hospital de sangre en el convento el boticario Blas de Puentes atendió a los enfermos y heridos como médico y cirujano.16 Este evento dejó su huella en el registro arqueológico en la forma de enterramientos en el atrio de la capilla de la orden tercera. Muchos de los restos óseos excavados en esta zona durante las campañas de los años 2002 y 2003 por la brigada de arqueología de la Empresa de Restauración de Monumentos de la Oficina del Historiador de La Habana, tenían huellas de heridas de armas blancas y estaban asociados contextualmente con el tipo de proyectiles al uso en el siglo xviii.

A partir de la segunda década del siglo xix el edificio conventual comienza a dar acogida a diferentes instituciones, lo que visto desde nuestra época enriquece la importancia del edificio.

En el año 1817 comenzó a funcionar en el convento una escuela de artes plásticas que contó con el apoyo de la Sociedad Patriótica de Amigos del País y el Real Consulado, así como del obispo Espada y del intendente Alejandro Ramírez, cuyo nombre la escuela adoptaría a la postre (Figura 1). En enero de 1818 se fundó la Academia Gratuita de Pintura y Escultura17 que luego de 1832 comenzó a llamarse Real Academia de Bellas Artes San Alejandro. En 1857 la academia abandonó el ala sur del edificio conventual para una nueva locación en la calle Dragones.18

Muro del antiguo edificio al fondo del patio de la Academia, con tarja que reza: En este lugar estuvo el convento de San Agustín donde se fundó en 1818 la escuela gratuita de dibujo y pintura de La Habana, que se llamó después San Alejandro. CENEART 23 de enero de 1996. (Fotografía de los autores).

En octubre de 1820, durante el trienio liberal de Riego en España se aplica la desamortización eclesiástica de los bienes pertenecientes a las órdenes religiosas. En Cuba esto ocurrió a partir de 1821 y fueron exclaustrados solo los conventos masculinos con menos de 25 miembros.

En 1823 se fundó en el convento agustino, en la planta alta de la primera crujía, el Museo Nacional de Anatomía Descriptiva de la Habana, perteneciente al Hospital Militar de San Ambrosio, considerado el primer museo de la colonia cubana19 y que radicó en este lugar hasta el año 1834.18 Esta fundación se encuentra asociada con la creación de la Real Academia, toda vez que en el mismo participaron Francisco Alonso y Fernández quien fuera su primer director y Nicolás José Gutiérrez quien lo regiría a partir del año 1835, responsables de la primera tentativa de creación de la asociación científica.19

Al término del trienio liberal y restituido Fernando VII al trono se les devolvió a las órdenes religiosas exclaustradas las propiedades perdidas, a condición de que los monjes hubieran permanecido en el convento como ocurrió con los agustinos.

En 1839 se aplicaría nuevamente en Cuba la desamortización eclesiástica, suprimiéndose las propiedades muebles e inmuebles de casi todas las órdenes religiosas masculinas. El 18 de septiembre de ese año los agustinos abandonaron su convento, una construcción valorada entonces en 250 000 pesos, dejándolo en manos de Pedro de Aldama, interventor nombrado por la Real Hacienda En un giro irónico del destino, el convento sería depositario transitorio en 1841 de los bienes muebles de los otros conventos liquidados y en su primera crujía se creó la Oficina de Bienes Regulares, donde el connotado abogado, bibliógrafo e investigador Antonio Bachiller y Morales revisó los libros y documentos de todas las órdenes suprimidas.20 Alrededor del año 1865 radicó en este espacio la Oficina Liquidadora de Deudas de la Guerra de Santo Domingo.

En la primera crujía del antiguo convento, en su planta baja, comenzó a funcionar en 1840 la Imprenta Literaria, que imprimió libros como Aves de paso de Ramón de Palma y textos para la Universidad de La Habana como el Manual de Medicina Operatoria, por el Dr. Nicolás José Gutiérrez. Precisamente en esta imprenta el antes mencionado Dr. Gutiérrez imprimió hasta el año 1841 la Revista Repertorio Médico Habanero, considerada la primera publicación dedicada exclusivamente a la ciencia médica cubana, siendo redactores el Dr. Ramón Zambrana y el Licenciado Luis Costales.21

Alrededor del año 1841 en el convento radicaba una de las cuatro brigadas, de 16 integrantes cada una, que constituían el Cuerpo de Serenos que cuidaba la ciudad intramuros por la noche.22

En marzo del 1842 la Orden Tercera de San Francisco de Asís recibió el convento e iglesia en compensación por sus propiedades perdidas.20 En enero del año 1844 a los terceros se unirán varios franciscanos de la orden primera, configurando una congregación.20 La presencia de estos religiosos será un estorbo en la implementación de las decisiones acerca del edificio, pero finalmente la orden franciscana se asentará en la antigua capilla de la orden tercera agustina.

En 1887 se trasladó a la galería sur y el refectorio del convento la Escuela Profesional de Artes y Oficios. Esta escuela fue fundada en 1862 y abandonó el convento cuando el gobierno interventor de Leonardo Wood concluyó la construcción comenzada en 1900 del magnífico edificio que conocemos en la calle Belascoaín.23 La Escuela de Ingenieros, Electricistas y Arquitectos de la Habana ocupó también un espacio a partir del primero de octubre de 1900, pero en 1902 tienen que abandonarlo ante el mal estado de la edificación.24

La Real Academia

La primera gestión para la fundación de una Academia de Ciencias Médicas fue en enero del año 1826, de la mano de Nicolás José Gutiérrez Hernández y de Francisco Alonso y Fernández. El marco en el que se produjo aquella iniciativa fue el Real Hospital Militar de San Ambrosio donde el Dr. Francisco era Cirujano Mayor y Director del Museo Anatómico, mientras que el Licenciado Gutiérrez era Disector del hospital y Conservador del museo. La aceptación de un grupo de profesionales permitió que se redactaran los Estatutos que fueron entregados al gobernador general el 19 de mayo del propio año, para que elevara la solicitud de fundación, redactada por el Dr. Tomás Romay, a la corona española, que daría la callada por respuesta.25

En el año 1823 Gutiérrez refiere que había pretendido la fundación de una sociedad de medicina, pero visto el asunto como iniciativa individual, y sus tentativas de contar con el apoyo del Gobernador Dionisio Vives terminaron en sendos fracasos.26

El abogado Ramón Francisco Valdés propuso en el año de 1841 la creación de una Academia de Ciencias Naturales, pero no contó con el apoyo del rector de la Universidad, entonces inmersa en procesos de transformación.27

En el año 1840 se retoma por Nicolás José Gutiérrez la fundación de la Academia y para ello se efectuaron reuniones en el anfiteatro del hospital militar de San Ambrosio, llegándose incluso a redactar nuevos estatutos sin que se lograra resultado alguno.28

En 1852 se promueve por los Dres. Ramón Zambrana y Félix Giralt la creación de un Instituto de Medicina con su reglamento, sin que el gobierno diera respuesta.29

A finales de 1855 y comienzos de 1856, Gutiérrez, convertido en un doctor de amplio reconocimiento y contando con mayor apoyo que en los esfuerzos anteriores volvió a promover el tema de la academia, lo que generó varias reuniones. Los doctores Zambrana y Gutiérrez elevarían el 5 de febrero de 1857 a la corona la solicitud de creación de la academia a través del Gobernador José de la Concha que la acompañó de un favorable informe. La solicitud contaba además con el apoyo de la universidad, conocida desde 1850 como Real y Literaria tras su transformación en un centro laico y con mayor desarrollo en el ámbito científico.30

El 6 de noviembre de 1860 un Real Decreto proclama la autorización oficial para la creación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.31

La lucha por la creación de la Real Academia es exponente del desarrollo que alcanzaban entonces las ciencias en la colonia cubana, especialmente la medicina, y también, del nacimiento definitivo de la nacionalidad cubana. No por repetida es menos ilustrativa la frase de Nicolás José Gutiérrez:

Siquiera no fuese más que por orgullo nacional, debiera hacérsele entender a los forasteros y estrangeros principalmente que no nos ocupamos tan solo en hacer azúcar y cosechar tabaco, sino que cultivamos también las ciencias.

El 3 de marzo del 1861 se reunieron en la sala del Ayuntamiento los 144 candidatos a formar parte de los miembros numerarios de la academia y en un trabajoso proceso se seleccionaron los treinta académicos. El 14 de abril se congregaron los treinta académicos elegidos para efectuar las elecciones a los cargos de la institución. Resultó electo presidente el hombre que tan tenazmente había luchado por la constitución de la academia, el Dr. Nicolás José Gutiérrez,32 quien la presidiría hasta su muerte en 1890. El resto de los cargos fue ocupado por los siguientes académicos:

  • Vice-presidente: Dr. José Atanasio Valdés

  • Secretario: Dr. Ramón Zambrana

  • Vice-secretario: Ldo. Joaquín Lebredo

  • Censor: Dr. José de la Luz Hernández

  • Tesorero: Dr. Joaquín F. Aenlle

  • Bibliotecario: Dr. Juan C. Oxamendi

Otras personalidades de la ciencia cubana que resultaron miembros de la academia y que no queremos dejar de resaltar fueron Felipe Poey y Álvaro Reynoso.32

El 19 de mayo del propio 1861 se efectuó en la capilla de la Universidad de La Habana la constitución de la academia. En su discurso, Gutiérrez partió de su formación como médico y de la centralidad de esta ciencia en el espectro de la academia, de la cual celebró su llegada definitiva, manifestando además la importancia del apoyo que había recibido de los compañeros que lo rodeaban. Gutiérrez ponderó la importancia de contar con un espacio institucional donde la comunicación y emulación entre sus miembros propendieran al adelanto de las ciencias. Reconoció que aquellos dedicados a las ciencias físicas y naturales, en su criterio, no alcanzaban la fuerza ni el número suficiente para constituirse en sociedades, mientras que la más humanitaria de todas las ciencias, la medicina sí contaba con gran número de especialistas y esto propiciaba el establecimiento de un espacio donde se discutieran diferentes opiniones y experiencias para alcanzar un mayor desarrollo. De otra parte, enfatizaba en el hecho de que proviniendo tantos conocimientos novedosos de otros países debería sometérselos a juicio para atemperarlos a la realidad cubana. La Academia debía lograr, la integración con otras ciencias como la mineralogía, la botánica, la zoología, la física y la química, así como estudiar la influencia de la localidad en las manifestaciones de diferentes enfermedades para lograr mejores resultados en el combate a las mismas. Sin embargo, advierte Gutiérrez que no será solo al “progreso de la Ciencia Médica” que la academia dedicará sus esfuerzos, sino “los necesarios para dar a la profesión la dignidad, el decoro que le competen, y colocarla de nuevo en el lugar que se merece en la estima y consideración de los hombres”. Una misión a la que concede Gutiérrez singular importancia es la de servir de órgano de consulta al gobierno, según solicitud de la reina española Isabel II, y enfatiza “que el arte de gobernar a los hombres está ligado íntimamente al de curar sus dolencias” y establece que la medicina no puede dejar de ser complemento de la política. Por último, expresa que la Academia recién creada es un monumento “de gloria para la ciencia, de utilidad para el país” y compara este acto con la reforma de la Universidad.33

Según sus estatutos la Real Academia fue fundada para el estudio de las ciencias en Cuba y como órgano consultivo del gobierno en temas vinculados a las ciencias forenses, higiene y salud pública entre otros. La academia se componía de miembros numerarios, supernumerarios, corresponsales y de mérito, siendo los primeros quienes tenían voz y voto sobre los asuntos concernientes al manejo de la institución. Contaba con tres secciones: Medicina y cirugía, con veinte miembros, Farmacia y Ciencias Naturales con cinco cada una. Los académicos se agrupaban a su vez en siete comisiones permanentes. La academia se reunía ordinariamente dos veces al mes y tantas de manera extraordinaria como fuera necesario.34

Los académicos definían sus programas de trabajo anual, en los que pronto aparecieron temas tan importantes como el estudio de la fiebre amarilla y el de las plantas autóctonas y sus propiedades farmacológicas, entre otros. En los estatutos se estipulaba que los académicos de número debían presentar cada tres años una memoria sobre tema de su elección que sería discutida en el seno de la misma.34

La academia realizaba una convocatoria a premios de trabajos presentados en las secciones antes mencionadas. Estos premios existieron hasta el año 1884. A partir del 1893 vuelve a convocarse un premio que se llamó Conde de Cañongo y entre 1895 y 1899 aparece el premio Presidente Gutiérrez a estudios sobre fiebres, dotado por el testamento del primer presidente de la academia.35

Pronto la Academia realizó reformas en su constitución para mejorar su participación en la vida de la sociedad, alejándose de una concepción demasiado consultiva y adquiriendo la categoría de órgano regulador a nivel nacional de temas relativos al ejercicio de la medicina y la farmacia. El número de académicos ascendió a cincuenta, distribuidos de la siguiente manera: 31 en la sección de Medicina y cirugía, 12 en la de Ciencias Naturales y 7 en la de Farmacia. Estos nuevos estatutos fueron redactados en 1864 y se aprobaron en 1867.36

La concepción del funcionamiento de la Academia por sus gestores incluyó tres elementos que la caracterizaron: la biblioteca, el museo de historia natural y la revista científica Anales. El destino de los dos primeros se encuentra relacionado directamente con el edificio que ocupará la academia y por ello los trataremos en el acápite siguiente.

El primer número de la revista Anales apareció en el año 1864, demora debida a problemas de financiación de la misma. En el prospecto de la publicación sus directores Antonio Mestre y Joaquín Muñoz expresaron que:

Serán pues los Anales, a la vez que un periódico oficial de la Academia, una revista científica consagrada a la vulgarización de los conocimientos biológicos y cosmológicos, cualquiera que sea su origen; especialmente de cuanto diga relación con los fenómenos ya comunes, ya extraordinarios de nuestro suelo, que por obvias razones conviene dar a conocer sin pérdida de tiempo con la más grande insistencia, como medio precursor de adelantos y reformas37

La revista en consecuencia publicó las actas de las sesiones de la academia, así como los informes de las tareas realizadas en año vencido, las convocatorias de los premios y los informes de las diferentes áreas de funcionamiento de la institución, incluidas las finanzas. En el plano científico aparecieron en la misma no solo contribuciones científicas de autores, sino los debates que estas podían generar.

La Academia en el edificio

La academia deberá andar varios años de peregrina por espacios que la Universidad y fundamentalmente la Sociedad Económica de Amigos del País le cederán para que sesione. En 1866 la Sociedad Económica que le había prestado recurrentemente su biblioteca en Dragones número 60, cedió a la academia la casa en Rayo número 32 donde sesionaron los académicos hasta que se asentaron en el convento de San Agustín.31

En los finales del año 1867 se le otorga a la academia la planta baja de la primera crujía del antiguo convento agustino, espacio que había ocupado la Oficina de Liquidación de Cuentas de la Guerra de Santo Domingo. La necesidad de la creación de un museo y de la biblioteca de la institución hicieron que se solicitara la concesión de la planta alta de la misma crujía, a lo cual se opusieron los franciscanos que ocupaban el resto del edificio.31

Los trabajos de adecuación de la parte correspondiente del inmueble concluyeron en 1868. Finalmente, el 20 de junio del 1873 la academia recibe el piso alto que había solicitado y ejecuta los trabajos necesarios para construir un salón para sesionar. En la planta baja se instalan las salas del Museo de Historia Natural y de la Biblioteca. El ingeniero Francisco de Albear y Sánchez de Lara dirigió las obras de instalación del museo.38 Desde los estatutos originales de la academia se estipuló que fuera el bibliotecario el encargado de “Ordenar y cuidar esmeradamente” no solo los libros sino “los demás objetos como, preparaciones anatómicas, instrumentos y curiosidades de Historia natural” para lo cual debería “formar catálogos metódicos e inventarios exactos”.34

Para la conformación del museo de la academia se contó con un donativo de 2000,00 pesos de la sociedad Económica de Amigos del País, así como los 5495,00 que produjo un concierto organizado por la señora Pilar Verdugo de Arazoza.39 Las donaciones que se habían estado recibiendo desde los comienzos de la institución de objetos, piezas y colecciones de los temas más variados, encontraron finalmente un lugar donde ser exhibidas al público, aun cuando aquellas que se encontraban almacenadas todavía enfrentarían problemas de conservación por el estado ruinoso de las otras dependencias del antiguo convento (Figura 2).

Pieza del antiguo museo de la Academia. Campana que contiene una disección de esqueleto de cabeza humana. (Fotografía de los autores).

La biblioteca de la academia funcionaba todavía en 1897 de 12 a 3 de la tarde. Poseía en ese año más de 6500 volúmenes empastados y otros miles más en rústica. Esto da fe de la pasión y eficiencia con que desarrolló su trabajo el Dr. Luis Cowley comisionado para adquirir libros para la biblioteca.39 Se trataba, sin dudas, de la mayor y mejor colección de literatura científica de Cuba.

Otro espacio en el edificio en funciones en 1897 era el salón de vacunación, próximo a la biblioteca donde se inyectaba gratuitamente a todas las personas que lo solicitaban.39

Como ejemplo de tareas que atendía la academia tenemos en 1897 la creación y atención por solicitud del obispo de dos dispensarios para niños pobres que habían atendido en el período citado más de seis mil inscripciones.39

La conformación definitiva del edificio en el siglo XX: la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y el Museo de Historia de la Ciencia

Con el final del período colonial la Academia, perdido su apelativo de Real, comienza un lento proceso de pérdida de la gloria que la había caracterizado en los finales del siglo xix. Sin embargo, en esta etapa el edificio adquiere coherencia, creciendo hasta alcanzar su apariencia actual en un largo proceso constructivo. Nos referiremos a algunos hitos en este proceso.

En 1900 a petición del presidente de la Academia, entonces secretario del gobierno, Dr. Diego Tamayo, se demolió la crujía delantera del convento y se reconstruyó tal como la conocemos hoy.31 Los trabajos de reconstrucción se demoraron más de lo debido y la academia debió sesionar en el Aula Magna de la Universidad hasta que en 1902 se concluyeron los trabajos.40

El 10 de julio del 1910 comienzan las obras del salón de actos o paraninfo en lo que había sido el claustro del convento. Las obras concluirán en 1914. En 1925 se construye la magnífica escalera principal.41 En 1923 el número de académicos había sido elevado a setenta.42 La propiedad del inmueble siguió en manos del estado hasta el año 1941, cuando pasó a la academia.43

La Academia de Ciencias de La Habana fue extinguida el 13 de junio del 1962 por la resolución número 8 de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias. Por la misma se da origen al Museo Histórico de las Ciencias Médicas Carlos J. Finlay que ocuparía el edificio de la extinta academia. El 23 de enero del 1963, el museo recibe la propiedad del piso alto del inmueble contiguo en Cuba número 462. Se ejecuta un proyecto constructivo para articular ambas construcciones, obras que concluyen en mayo del 1963.41

Otras acciones emprendidas en esta nueva etapa son la instalación de los vitrales en planta baja que había sido comprados en el año 1962. Se adapta en la sala de conferencias y lectura la estantería de maderas preciosas procedente del edificio del Segundo Cabo. En 1964 se inaugura, en el segundo centenario del nacimiento de Tomás Romay, un mausoleo obra del escultor Esteban Betancourt, que contiene los restos del eminente doctor.41

En el año 1977 se amplía el perfil del museo a todas las ciencias y se crea el Centro de Estudios de Historia y Organización de las Ciencias.41 El Museo fue declarado Monumento Nacional por la Resolución 23 de 1981 de la Comisión Nacional de Monumentos.

El Museo Nacional de Historia de las Ciencias Carlos J. Finlay fue extinguido el 22 de agosto de 2011. Esto abre un impasse hasta la llegada de la Academia de Ciencias de Cuba en el 2012 al edificio.

Patrimonio de la Academia de Ciencias de Cuba

Desde la fundación de la RACMFNLH esta institución ha estado acumulando patrimonio documental, bibliográfico, objetos y colecciones no solo de historia natural y medicina (Figura 3). El patrimonio generado por las dos academias habaneras se conserva en buena medida en el edificio y son un perfecto contenido para este.

La Academia posee aproximadamente 1300 piezas de valor patrimonial distribuidas para su control en diferentes secciones, donde se puede observar que las procedentes de la antigua farmacia San José son las más numerosas, seguidas por las pinturas, mobiliario y esculturas.

El edificio que conocemos es posterior a 1900 en toda su magnitud. Sin embargo, algunos espacios conservan ubicación y dimensiones similares a las antiguas, como ocurre con la sala Real Academia en la planta alta de la primera crujía (Figura 4). En esta se conserva todo el mobiliario que usara la primera academia para sus sesiones de trabajo. Otro espacio ambientado al estilo de la Real Academia es la sala de lecturas de la Biblioteca.

Sala Real Academia en la actualidad con el mobiliario de finales del siglo xix. El podio de la izquierda fue desde el que Finlay defendió su tesis del agente vector de la fiebre amarilla. (Fotografía de los autores).

El Salón de Actos o Paraninfo, el Salón de los Bustos, y la Sala Trelles son espacios creados en el siglo xx y poseen igualmente características patrimoniales (Figura 5). Los dos primeros identifican, por su solemnidad, al edificio. Alcanzan significación, además, por haber ocurrido en ellos hechos históricos como la Protesta de los Trece y el discurso de Fidel que anunciaba en 1960 que el futuro de Cuba sería de hombres de ciencia y de pensamiento. El paraninfo conserva 107 sillas originales de comienzos del siglo xx. La Sala Trelles conserva la hemeroteca de la institución.

Sala Trelles y Paraninfo, salón de actos. (Fotografía de los autores).

La hemeroteca cuenta con varias publicaciones periódicas de los siglos xix y xx. Ejemplos, la revista Repertorio Médico Habanero, ya mencionada, Repertorio médico farmacéutico y La higiene, consagrada a los intereses de salud y la vulgarización científica de principios del siglo xx.

La biblioteca cuenta con más de 20 000 libros entre los que no se puede dejar de mencionar “El Arte de Navegar”, primer libro científico de Cuba, impreso en España en 1673, cuyo autor, Lázaro de Flores Navarro, médico español, fue enterrado en el convento de San Agustín. Se encuentra también “Descripción de diferentes piezas de historia natural las más del ramo marítimo” de Antonio de Parra de 1787, con ilustraciones del hijo del autor.

El archivo de la academia conserva las actas manuscritas de cada una de las sesiones en que se reunieron los académicos a lo largo de los 100 años que este artículo caracteriza. Cuenta además con los expedientes de todos sus miembros. No menos importante es la presencia de los Anales de la Academia en toda su existencia desde 1864 hasta 1962, así como más de 1500 fotos.

La institución cuenta con la más importante colección de frascos de farmacia, especialmente albarelos procedentes de siete antiguas farmacias habaneras, primordialmente de la San José.

La presencia de numerosos cuadros y esculturas por todo el edificio nos obliga a declarar que no siempre cuentan con grandes valores artísticos, pero ilustran sin discusión momentos y figuras destacables de la historia de Cuba y de su ciencia

Discusión

La RACMFNLH contaba con la extraordinaria riqueza de sus miembros, que la hicieron una sólida institución por el valor de su producción científica; bastarían los nombres de Nicolás José Gutiérrez, Ramón Zambrana, Carlos J Finlay, Felipe Poey, Carlos de la Torre, Francisco de Albear y Álvaro Reynoso para sustentar la afirmación anterior, pero no se agota con ellos el potencial de la academia decimonónica. Contaba con otros atributos esenciales que dejaron también huella indeleble en la historia de la ciencia cubana: la biblioteca, el museo y la revista científica Anales.

Aun cuando se asocia la Real Academia con el edificio del convento de San Agustín, hay que reconocer que esta apenas ocupó la crujía delantera del edificio, toda vez que otras áreas del inmueble que le fueron cediendo estaban en ruinas y terminaron por ser demolidas.

Tocó a la Academia de comienzos del siglo xx la posibilidad de aprovechar toda el área construible del antiguo convento, comenzando por la reconstrucción de aquella primera crujía y concluyendo por tener un edificio nuevo, muy parecido al que conocemos hoy, con elementos característicos como la fachada, el paraninfo y el salón de los bustos.

La imagen actual del inmueble se asocia, por reciente, a la del Museo de Historia de la Ciencia Carlos J. Finlay. Merece ser rescatada la idea de un museo asociado a la Academia actual pero que ilustre la actuación de la Real academia como momento particularmente trascendente de la ciencia cubana en el espacio mismo en que ocurrió.

Agradecimientos

A las compañeras de la dirección de patrimonio de la sede de la Academia de Ciencias de Cuba Bárbara Jiménez y Amparo Méndez y a la directora Danays Dámaris Perera López

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Historial:
  • » Recibido: 09/01/2021
  • » Aceptado: 15/04/2021
  • » Publicado : 01/08/2021


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