Cuba. Mortalidad y color de la piel

Juan Carlos Albizu-Campos Espiñeira Fabian Cabrera Marrero, et al.

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Resumen

La construcción y estudio de indicadores demográficos siempre constituyen herramientas básicas para el diseño e implementación de las políticas de desarrollo social, de ahí la necesidad del estudio de los diferenciales presentes en la dinámica demográfica. Tales diferenciales no son otra cosa que características presentes en la población que dan cuenta de comportamientos desiguales de las variables demográficas, muestran desarticulaciones persistentes en la sociedad y hablan de grupos humanos que permanecen rezagados o que no muestran los progresos esperados, como una muestra del estado de la interrelación entre la población y el desarrollo. Es así, entonces, que desde el estudio de la mortalidad se han buscado aquellas características de la población que permiten identificar grupos humanos cuyos riesgos de muerte no corresponden con lo esperado. Lo que se ha demostrado entonces, y por primera vez en los estudios demográficos en Cuba, es la presencia de una desigualdad que desde el color de la piel expone desigualdades que afectan particularmente la capacidad de sobrevivencia de la población no blanca cubana. Son además igualmente novedosos los hallazgos encontrados en torno a la presencia de este fenómeno tanto a nivel nacional como subnacional y regional, lo que permitió confirmar que se trata de un rasgo del patrón de mortalidad cubano que se pensaba superado.

El trabajo consta de tres partes: Cuba. La muerte y el color, donde por primera vez se describe el accionar del color de la piel como un diferencial de la mortalidad en Cuba. Le sigue Contrapunteo cubano de la muerte y el color en el que se demuestra que no se trata de un fenómeno aislado sino de un signo del patrón de mortalidad cubano, tanto a nivel nacional como regional y según las zonas de residencia, que persiste en el tiempo. Por último, El color de la piel como diferencial ante el riesgo de muerte en el oriente de Cuba profundiza en la naturaleza de este fenómeno en la zona oriental del país.

Así entonces la población no blanca padece una clara desventaja en términos de los riesgos de muerte que enfrenta la población cubana. Tiene una menor esperanza de vida independientemente del nivel territorial desde el que sea el estudio. La mortalidad infantil de los niños no blancos nacidos con bajo peso es varias veces superior a la de los blancos en la misma condición. A nivel de las diferentes regiones del país se verificó que en cualquier caso la mayor desventaja corresponde a las mujeres no blancas con respecto a las blancas y ello es más claro cuando se trata de mujeres no blancas rurales. Sin embargo, en la zona oriental, en el caso de la población asentada en cabeceras, el signo de esta desigualdad se invierte y son las mujeres no blancas de estos espacios las que mayor desventaja tienen al compararlas con el resto. Ello da cuenta de que en las zonas más urbanizadas de esa región pueden estar operando factores que las afectan de manera particular. Es, sin duda este, un esfuerzo dirigido hacia el completamiento del conocimiento en cuanto a lo que al patrón de mortalidad cubano se refiere.


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